martes, 22 de abril de 2008

El santo tucumano


Ocurrió en esa hermosa provincia, allá por los años 80. Acompañé a un amigo a visitar a su familia al jardín de la república y de paso saludar algunas amistades que allí dejó. Gente copada y solidaria la del norte.

Entre las amistades que visitamos me llamó la atención la visita que le hicimos a José, que se ganaba la vida como curandero. Mientras cenábamos nos comentaba acerca de los prodigios paranormales que realizó en ésta última semana, sin olvidar el "santo africano" que lo venía asistiendo hace muchos años; resulta que ese santo apareció hace un tiempo en el "consultorio", ingresa a su cuerpo para curar y a veces también viene de visita.

De repente, cuando estábamos comiendo un flan de postre, el José comenzó a tener convulsiones y a murmurar con voz extraña un dialecto desconocido. Mi amigo me miró fijo y me dijo: debe ser el santo africano.

Como ya nos estábamos aburriendo decidimos irnos…y el santo africano decidió acompañarnos.

Aparentemente no conocía la vida moderna porque no sabía nada de pool y fernet. Ahí lo probó por primera vez. También le llamaba la atención las luces del boliche cuando fuimos a bailar con unas señoritas que conocimos, ni hablar la danza que realizó cuando pusieron Duran Duran.

Volvimos tipo seis de la mañana y acostamos al santo africano en condición de bulto y nos quedamos allí esperando que despertara el José de siempre.

Cuando despertó, tipo mediodía, le explicamos lo sucedido y José nos gritó furioso: “se dan cuenta, ahora el santo africano no va a venir más...”.


Han pasado más de veinticinco años y a ese hombre nunca más lo vi. Espero que el santo africano lo haya perdonado o en todo caso haya conseguido otro santo que lo tomara porque con ese laburo estaba ganado bastante bien.

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