miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Jorge o Adolfo?


Es santiagueña. Dicen que cuando vivía en su provincia trabajaba en una zapatería. Cuentan que cuando un ñato se acercaba al negocio y le preguntaba "oiga, ¿tiene un mocasín negro talle 43?" ella siempre contestaba "no sé, pregunte en el negocio del frente". Más de una vez los ñatos se ponían tercos e insistían con esa pregunta. Ella siempre respondía igual: "no sé, pregunte en el negocio del frente". Y nunca la echaron. Por eso no se adaptó a Mendoza.

Cuentan que aquí un cartero le ayudó a repartir los currículums. Su papá era militar y lo mandaron con destino a Mendoza.  Ella tenía dos hermanitos menores, que todo el día se la pasaban andando en bicicleta. No sé si se entiende.

"¿Cómo te fue en el primer día de trabajo", dicen que le preguntó su madre. "Nada, igual que siempre", respondió. Para todo el mundo esa respuesta significa literalmente lo que dice esa respuesta, pero para la mamá de Rosario Florinda significaba más o menos ésto: me fue para el traste

Después se fue a un locutorio del barrio SUPE, donde vivía, se metió a su correo de Hotmail y le mandó un mail a un tal Rodrigo Jacinto. De eso nos enteramos todos los cumpadres que pasamos esa tarde por ese locutorio. Como ella no cerró su correo cualquiera pudo leer la historia siguiente:

"Hoy fue mi primer día de trabajo. Me echaron porque no vendí nada. Pero estoy confundida porque el hombre que me echó se llama Adolfo y vive en la calle Jorge A Calle y el cliente que me denunció por inútil se llama Jorge pero vive en la calle Adolfo Calle, así que estoy muy confundida porque es la calle por donde pasa el trole que va a tu casa. ¿Qué hago? ¿Me quedo con Adolfo o con Jorge? Espero tu consejo".

Dicen que finalmente se quedó con los dos. Pero nunca pudo llegar a las casas de ellos porque la confusión de los planos se trasladó al corazón.

IMAGEN: Plano de la calle Adolfo Calle

miércoles, 8 de octubre de 2008

El perro con dos narices del Barrio de la Gloria


Tenía 15 años. Fue en el año en que ganamos el Mundial de México. Con el Gonza salimos a andar en bicicleta. Cruzamos el Acceso Sur, por donde no se tiene que pasar. Es que no queríamos meter la bicicleta por el puente. Decí que fue durante la siesta, que no pasa ningún coche. Nos mandamos para el lado del barrio de la Gloria. Llegamos y no había nada. Eran las 3 de la tarde clavada. Hasta los murciélagos dormían la siesta. “Dale, entremos por acá”, me dijo el Gonza. “¿Quién te dijo que aquí hay un perro con dos narices?”, le pregunté yo. A esa altura era cuestión de creer o no creer, porque una cosa es que te lo digan en el barrio, sentado en la vereda del kiosco y otra cosa es que te lo digan ahí mismo. Me paralicé. Tenía miedo. ¿Por qué iba a tener miedo? A ver, qué te pasaría a vos si de repente te encontrás con un chco con dos narices. Seguro de que te asustás.

El Gonza le metió primera en la bicicleta y por un rato me dejó solo. Vi cómo se metía en los pasillos de las casas de ahí. Ni una mosca volando. Parecíamos los únicos sobrevivientes de una bomba atómica, porque se ve que a esa hora hay que dormir la siesta y no hacer otra cosa más. 

“Ya lo vi: está allá”, me dijo el Gonza, señalándolo. Es verdad: estaba allá, a unos 20 metros de mí. “Listo, volvamos”, le dije. Agarramos la bici y volvimos, otra vez, agarrando hacia el Oeste, cruzando el Acceso Sur.

Cuando llegamos nos esperaban los muchachos con el mate y la cerveza, esa extraña mezcla que se toma sólo durante las siestas. “¿Y, existe el perro con dos narices?”, nos preguntaron. Tuve que decir que sí porque sí. En realidad, para serte sincero, yo tengo muy buena vista, pero cuando lo vi al choco estaba a unos 20 metros de mí. No sé si tenía dos narices. Puede ser que sí, puede ser que no. Yo creo que no…, pero sí.

Muchas veces, con tal de comerme un garrón, tuve que admitir que vi desde platos voladores hasta simonkis en las acequias, con tal de quedar bien con los fanáticos que fueron a ver una cosa sabiendo que quizá no podía existir pero que sí o sí tenía que existir para que se concretara ese sueño de fanático. 

Años después, o sea, ahora, veo que en Internet aparecen fotos de perros con dos narices, como la que sale en este post. Creería entonces que existen perros con dos narices y puede ser que haya alguno en Mendoza. Lo que yo dudo es si el espécimen que vi en el barrio de La Gloria era uno de ellos. 

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Esa música inocentona de la TV Argentina

En los ’80 yo era un pibe. Y me veía todo en la televisión. Pero al final creo que yo veía televisión para pensar en las mujeres. Y fue así por mucho tiempo. 

Un ejemplo es cuando veía Señorita Maestra. Me gustaba Etelvina. Pero en el fondo no me caía bien. Muchas veces me dije que el día que Etelvina sea mujer iba a estar muy rica. Creo que nunca me equivoqué cuando pensaba así (recuerdo una compañerita de la escuela que no me gustaba y muchos años después la vi hecha toda una diosa de la educación física). Entonces, si Etelvina estaba condenada a ser una diosa, entonces bueno, ¿le va a dar bola a un pibe común y corriente, de barrio, fiel seguidor de la futura FM UTN?

Aún me río de esas historias que fabricaba mi cabeza. Y resulta que hoy, cuando recuerdo cómo empezaba Señorita Maestra, me cuesta creer qué inocentona era la música con que abría ese programa.  Muchos perdimos algo de inocencia con la TV, supongo.



viernes, 5 de septiembre de 2008

La historia de ese pibe agrandado porque se creía Meteoro

Era el pibe más agrandado de la calle Vicente Gil. Y todo porque sus padres lo llevaron a Disney en la época de la plata dulce, hace muchísimo. Yo no lo conocía. Un amigo en común que tenemos con Casanova sí lo conocía. Casanova algo se acuerda. "¿Te acordás del güevón que se creía Meteoro?", decían de él. 

Creo que este pibe se me vino una vez a la cabeza cuando hacía ese programa con el Tota Capriolo que tenía un bloque que decía "qué boludo era...William Bo" y así un montón más. Después nunca más me acordé de él. Dicen que se sacó el carnet de conducir a los 16 años en un pueblito de San Juan. Porque era más fácil que acá.Y que se fue de su casa a los 18 porque su viejo nunca le quiso prestar el 0 kilómetro que tenían para aparentar. Será por eso que todos se rieron cuando una tarde lo vieron andando en biclicleta en Vicente Gil y Granaderos. "¡Mirá, ahí va el güevón que se creía Meteoro!", decían también.

Cambiando de tema, siempre me costó creer que Meteoro era japonés. Una vez, mientras la señorita de cuarto grado nos tomó una prueba, yo soñé con el resorte que usaba el coche para saltar. Me quería ir carajo. Y bueno. Pero bueno, yo creo que igual Meteoro nos tocó de cerca a muchos, sobre todo cuando jugábamos a los autitos.

Veamos un poco de Meteoro.

jueves, 28 de agosto de 2008

El gato poseído de la Sexta

Granaderos llegando a Aristóbulo del Valle, por ahí era. De eso hablábamos en algunas de las sobremesas que teníamos con los amigos de la infancia: el gato poseído de la Sexta.

Pasaron muchos años y nunca supe qué pasó con ese gato. Una vez lo vi en la puerta del almacén y cuando me le acerqué, el felino picó de punta como Caniggia hacia Suipacha.

Aguilar me dijo una vez muy serio que los gatos poseídos son los gatos atropellados que sobrevivieron. Y en Mendoza hay muchos gatos atropellados. Y no sólo en la Sexta, sino que también en la calle Paso de los Andes de la Quinta. Pero el más famoso de todos fue el gato poseído de la Sexta. El que también lo vio fue el gordo Alvarez, que era el peor alumno en la primaria y ahora maneja con éxito un taller mecánico. Cuando le pregunté él me contestó que en realidad ha visto muchísimos gatos poseídos. Y puede que sigan habiendo muchos más.

Si querés ver a un gato poseído mirá este video.

jueves, 21 de agosto de 2008

La pelea más grasa de la historia

Conozco muchas peleas grasas. Todas las vi por televisión. Una vez me dijo un cumpadre que las peleas son realmente grasas cuando a vos te dan ganas de pegarle al televisor. Mi mamá me hubiera dejado romper el televisor si hubiera visto la pelea grasa entre Diábolo y el Pibe 10. Los dos eran grasas, pero el pibe 10 era todavía más grasa. Aguilar me dice que Casanova era grasa como el pibe 10 pero cambió cuando abrió "Juguete Rabioso".

Después empecé a ver muchas peleas grasas que terminaban a los abrazos, porque al final eran tan grasas lo que peleaban que terminaban siendo amigos. Una vez se me ocurrió decirle a Aguilar que que el mundo no estaría tan mal si todos los grasas fueran a la guerra. Me dijo que yo tenía razón.


martes, 12 de agosto de 2008

Te invito a que veamos He Man vs Skeletor

Retomando esa infancia televisiva que nos hizo felíz cómo olvidar a He Man y al villano Skeletor. Seguro que alguna vez soñaste con verlos arriba del ring de Karadagián y la Momia.

Nunca les respondí porqué mi primera nota de este blog se llamó "¡Qué boludo era Skeletor!". Y lo vuelvo a repetir ahora. Porque si era boludo cuando hablaba con la traducción al castellano, ¡qué boludo es Skeletor hablando inglés!

Matías Aguilar podría escribir una editorial en Página 12 con este tema. No me voy a extender en cosas que no sé. Lo haría su fuese algo más que un intelectual de café, pero no lo soy. Yo no le creería nada si alguien me dice que es intelectual de café si va a un bar universitario y se sirve café de la Barmatic.

Volviendo a lo nuestro que nos compete, cuando veas este video y escuches la voz de Skeletor, animate y gritalo bien fuerte: ¡qué boludo era Skeletor!